Por Jairo Sanchez
Atlético Nacional y Deportivo Cali protagonizaron un partido muy emocionante desde lo futbolístico, acciones de gol, presión de ambos equipos, buenas nóminas, ETC. No obstante, todo esto se vio afectado por el mal comportamiento de una de las barras del estadio Deportivo Cali en Palmira.
La violencia se generó justo después que Jhon Ospina pitara un penal, claro, a favor de Nacional que podía ser el empate del partido. Lastimosamente, no hay como identificar los vándalos que estaban lanzando cosas a los jueces y jugadores desde ese momento.
De hecho, al juez de línea le pegaron un botellazo en la cabeza que hizo parar el partido por más de 8 minutos. Lo mismo sucedió minutos después con Andrés Salazar que fue golpeado por encendedores en la cabeza. El partido no tenía las garantías de seguridad necesarias pero el juez del partido, obligó a jugarlo hasta el final.
Desde ESPN, en el programa Balón Dividido, hubo un debate sobre si se debió acabar el partido con victoria 0-3 para Nacional. El reglamento indica que cuando está iniciado el juego y no se puede continuar por violencia fuera o dentro del estadio, el local debe recibir un castigo.
Viendo cómo estaban los hinchas del Cali, el juez no debió seguir con el partido. No era un ambiente seguro y cualquier cosa, un gol, una expulsión o lo que sea pudo poder en peligro la vida de los jugadores y asistentes de bien al estadio. Con Nacional pasó lo mismo, se suspendió el partido y fue multado con casi medio torneo sin hinchas o barra. La vara no se mide igual en todos los estadios y con todos los equipos.
18/11/2024
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